A pesar de ser un blog dedicado a Valladolid, no puedo dejar de denunciar asesinatos urbanísticos en otros lugares.
Hace pocos días me encontraba en Oporto, dispuesto a admirar uno de esos paisajes de entre ríos, bucólicos y evocadores, tan típicos de Europa. Quien no conozca un atardecer dorado en los puentes de Praga o Budapest, o a las orillas del Sena, no los deje pasar.
Enseguida me acordé de Pucela, pero no por las vistas del Pisuerga, sino por las chapuzas en otro tiempo permitidas.
Observe el lector en la foto, lo bonito que hace en un paisaje de acuarela que se exporta al resto del mundo, el gigantesco anuncio de una marca de coches, para colmo española. Como puede el lector comparar con las casas de abajo, mide más que una de cinco pisos. Y además, pintado de colorao para estropear más la vista.
Aquí se prohiben los anuncios luminosos o salientes en las tiendas del casco antiguo, y en Portugal permiten adefesios de tamaño titánico en una estampa que venden para atraer turismo, que ahora parece una carretera de pueblo.
Cero al Ayuntamiento portense, al soplagaitas de turno responsable de Cultura, de Portugal o de la Unión Europea, que tal permite, y por supuesto, a la "responsable empresa anunciadora", como se decía antiguamente para evitar pegadas carteleras.
Le queda un hervor a nuestro querido país hermano, tan bonito como hospitalarias y simpáticas sus gentes. Esperemos que no pase lo que aquí, y para cuando quieran legislar al respecto, no les quede ya media ciudad destruida y llena de pegotes.
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